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martes, 9 de enero de 2018

HIPOACUSIA O SORDERA EN EL ANCIANO


La deficiencia auditiva en el anciano es muy frecuente en las sociedades altamente industrializadas, donde la edad y el ruido intenso favorecen la aparición de dicho deterioro. Se estima que un 30% de la población geriátrica presenta trastornos de la audición, lo que supone, por su frecuencia, la tercera afección crónica después de los trastornos de las articulaciones y del corazón y los vasos sanguíneos.
Existen algunos factores intrínsecos que hacen que los déficits sensoriales del anciano no tengan la relevancia adecuada:
  • En las primeras fases no existe disminución en las capacidades del anciano.
  • Se considera algo natural, tanto para el anciano como para su familia.
  • No existen programas de detección de estas discapacidades en la atención primaria de salud.
Consideramos la presbiacusia como la disminución de la capacidad auditiva ligada al envejecimiento. Este deterioro progresivo se asocia, a menudo, a un déficit de los diferentes sistemas de integración cerebral, lo que provocará un déficit “psicosensorial” global. No debe considerarse una enfermedad senil, sino la expresión de la situación normal o fisiológica del aparato auditivo en la edad avanzada, que suele comenzar alrededor de los 60 años.

Las implicaciones que la deficiencia auditiva ocasiona van a modificar la vida en familia y en sociedad de estos ancianos, que tendrán que hacer frente a una serie de problemas psicológicos que son consecuencia de su edad:
  • Indiferencia progresiva hacia el mundo exterior
  • Interpretación lenta de los sonidos del lenguaje.
El anciano sólo oye lo que quiere oír y tiende a participar cuando la conversación es lenta o cuando el tema le es muy conocido. Las repeticiones se hacen necesarias en la conversación, y también el aumento de volumen, intensidad y tono de instrumentos y sonidos. Todo ello conducirá progresivamente a un deterioro en la comunicación, provocando aislamiento social y una mayor tendencia a la depresión.
Se ha considerado que los pacientes con deficiencia auditiva tienen un carácter especial y típico. Se vuelven recelosos, desconfiados, no reconocen su deficiencia y piensan que el problema se asienta en las personas de su alrededor. La sordera, aunque no supone en sí misma una amenaza para la vida, sí altera el mundo relacional de estos ancianos.
Los trastornos auditivos pueden mejorarse a través de un diagnóstico y un tratamiento correcto, ayudando al anciano y a sus familiares en la comprensión del problema y poniendo todos los medios a nuestro alcance para que la calidad de vida de estos pacientes mejore.

¿CUÁLES SON LAS MANIFESTACIONES CLÍNICAS DE ESTOS PROCESOS?

El médico de familia puede hacer una primera aproximación al problema realizando unas preguntas y un reconocimiento médico que incluya una otoscopia, exploración que consiste en el examen de los oídos con un aparato, llamado otoscopio, que incorpora una luz con que se observa las estructuras del oído externo y su conducto, así como del oído medio.
En el conducto auditivo externo los tapones de cerumen son más frecuentes en ancianos que en el adulto joven. Suelen causar hipoacusia de conducción (disminución de la audición por interferencia de la transmisión del sonido a través del aire), sensación de taponamiento y ruidos en los oídos, o el deterioro de una deficiencia ya existente. Se diagnostican fácilmente mediante el otoscopio. La extracción, que debe ser cuidadosa, se puede realizar con algunos instrumentos como pinzas o mediante una irrigación con aguaoído medio tibia. En ocasiones, puede ser necesario el reblandecimiento previo del tapón de cerumen con la instilación de agua oxigenada o gotas reblandecedoras.

La presencia de una hipoacusia de larga duración en un anciano en el que la exploración física básica es normal nos debe hacer considerar, en primera instancia, la posibilidad de la llamada presbiacusia. En la evolución clínica de este proceso se pueden establecer tres fases:
  • Discreta pérdida auditiva para sonidos agudos;
  • La llamada sordera social;
  • Aislamiento reaccional, en el que la intensidad de la sordera dificulta la comunicación oral.
La pérdida de sensibilidad auditiva que caracteriza a la presbiacusia se produce de forma gradual, progresiva, bilateral y simétrica. El anciano con dificultad auditiva puede presentar deficiencia en la comprensión del lenguaje en ambientes ruidosos, con malas condiciones acústicas o en conversaciones muy rápidas. A menudo presentan dificultad en la localización de la fuente sonora, sobre todo en ambientes ruidosos.
Respecto del comportamiento de estos ancianos, suelen mostrar indiferencia progresiva hacia el mundo que les rodea, presentan desconfianza hacia su entorno, desarraigo social (participan sólo en conversaciones que se realizan con lentitud o que versan sobre un tema muy conocido para él), niegan que puedan presentar este problema -lo que puede provocar conflictos familiares- y la sordera puede contribuir e incrementar un deterioro mental previo.
Los llamados acúfenos bilaterales o pitidos en los oídos son corrientes y casi obligados en las edades muy avanzadas. Es frecuente que se acompañe de un deterioro del sistema del equilibrio que se ha denominado presbiestatia y que puede ocasionar mareos e inestabilidad.

¿QUÉ PRUEBAS DIAGNÓSTICAS USARÁ EL MÉDICO?

Para realizar las distintas pruebas diagnósticas es necesaria la colaboración de los familiares más próximos, ya que, como hemos comentado antes, los ancianos con este problema no lo reconocen y tienden a la negación continua.
Existen formas sencillas y rudimentarias que pueden ser empleadas inicialmente en la consulta de Atención Primaria, como chasquidos de dedos, bajar el tono del habla, etc., que nunca deben suplantar a una exploración completa y cuidadosa. Las pruebas deben realizarse en un ambiente sin ruidos, hablándole al paciente directamente a la cara y dando las instrucciones con frases sencillas, e incluso repetirlas de varias maneras si fuera necesario.
Las pruebas diagnósticas básicas que el médico de familia puede realizar en su consulta serían:


Otoscopia

Nos informará sobre el estado del conducto auditivo externo, la consistencia y movilidad de la membrana del tímpano, la existencia de cerumen o de cualquier otra anomalía en el oído externo. Es un instrumento de utilización sencilla, escasamente molesto y que proporciona gran cantidad de información. Como hemos visto anteriormente, mediante esta prueba podemos detectar fácilmente un tapón de cerumen.

Acumetría o pruebas con diapasones

Los diapasones son unos instrumentos que se usan para explorar la agudeza auditiva. Los hay de distintas frecuencias y se emplean golpeándolos sobre una superficie dura para que vibren y acercándolos a continuación al oído para que el paciente los oiga, o bien aplicándolos sobre la frente para que el sonido se transmita a los oídos a través de los huesos del cráneo.

¿CUÁNDO DEBE VISITAR EL PACIENTE AL ESPECIALISTA OTORRINOLARINGÓLOGO?

Aunque en la consulta de Atención Primaria se puede hacer una aproximación diagnóstica al problema, a menudo son precisas otras técnicas diagnósticas que no están al alcance del médico de familia y deben ser realizadas por el especialista en otorrinolaringología:
  • La audiometría: exploración básica que debe hacer el especialista como primera medida diagnóstica funcional.
  • Audiometría verbal o logoaudiometría: ofrece datos sobre la capacidad que presenta el anciano para entender el lenguaje hablado.
  • Otras pruebas más complejas.

 ¿QUÉ OTRAS ENFERMEDADES PUEDEN OCASIONAR HIPOACUSIA?

En el diagnóstico diferencial de la presbiacusia debemos incluir otros procesos:
  • Infecciones del oído, como otitis externa y otitis media
  • Traumatismos acústicos agudos o bien tras la exposición a ruidos de forma continuada
  • Calcificaciones y esclerosis de los huesecillos del oído y de la membrana del tímpano
  • Medicamentos tóxicos para el oído, como algunos antibióticos, algunos diuréticos o la aspirina
  • Algunos tumores
  • Demencia y enfermedad de los vasos sanguíneos del cerebro.

 ¿CUÁL SERÍA EL TRATAMIENTO DE ESTOS PACIENTES?

El tratamiento de un paciente con deficiencia auditiva comprende una serie de medidas generales, como son:
  • Hablar al paciente mirándole a la cara, debemos evitar la conversación a distancia
  • Reducir en lo posible los ambientes ruidosos
  • Pronunciar bien, lentamente y si fuera necesario utilizar gestos
  • Hacer comprender a los familiares y personas que conviven con el paciente la situación del mismo. Esta actitud evitará aislamiento, depresión e incapacitación social.
En pacientes con sordera de conducción las posibilidades terapéuticas van desde la cirugía a la colocación de prótesis. La decisión sobre la estrategia terapéutica que se debe emplear dependerá de la alteración patológica causante del trastorno.
Ante una sordera neurosensorial, es decir, por alteración de la transmisión de los impulsos nerviosos que genera el sonido hasta el cerebro, como es la presbiacusia, no existe actualmente una solución quirúrgica adecuada y por ello debemos recurrir a la implantación de prótesis auditivas o audífonos. Un audífono es un instrumento que recoge, amplifica y emite señales sonoras y que puede ayudar a algunos ancianos a recuperar parcialmente su capacidad auditiva. Existen varios tipos en el mercado y no están financiados por el sistema público de salud.